Anoche, después de la visita al vete, estaba revoltosa. Creo que me inyectaron algún tipo de calmante o de drogaína que me inundó de marcha el cuerpo. Casi me creí capaz de levantarme y andar, como Lázaro...
Menos mal que lloré un poquito, porque a las 4 de la madrugada había conseguido arrastrarme con la pata y media sana que queda y había llegado muy muy lejos de mi cama. Pasé frío y me fastidió mucho que mi dueña provisional me pisase -otra vez, no tuve suficiente con el todoterreno- en mitad de la noche.
Creo que fue en ese momento cuando ella decidió abrirme este blog. Estaba claro que soy dura de pelar y no tengo ganas de que me sacrifiquen tan joven. El cielo puede esperar.
Las malas noticias son que no me operan hasta el lunes por problemas de agenda. No sé si aguantaré todo el fin de semana así de paralítica...
Por lo menos me ponen la tele, estoy contando las veces que pronuncian la palabra "crisis". Qué sabrán ellos lo que es una crisis...
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