
Esta tarde, cuando ya creía que iba a ser otro aburrido día más, ha venido mi perrihermana Lu, que se ha acercado a saludarme y ya me mira cada vez con menos resentimiento. Eso sí, con ella pueden jugar a más cosas, porque está maciza y fortota.
Y al verla, me he animado a caminar por el comedor Y MEARME EN CADA ESQUINA. Doy verdadera penita, toda rapada y llena de tornillos, pero hace cuatro días no podía ni incorporarme y ahora... ¡Me escapo de mi cesta!
Por cierto, debajo del pelaje, también tengo la piel a rayas. No se crean, era una cosa que siempre me había preguntado.
Para acabar con las novedades de hoy, he colgado la factura de mi operación. Ahí la tenéis, a la derecha. Y debo decir que gran parte de ella la habéis sufragado vosotros, ya queda menos para devolver la pasta que debo (a lo mejor no me tienen que vender por ebay).
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